esta nueva vida está llena de sensaciones y experiencias muy avant- garde (aunque sea en once, sí). para una chica que nunca vivió en departamentos ni compartió la vida con ascensores, comenzar a vivirlos a los 28 años es todo un descubrimiento. dicen que en promedio, un hombre de 65 años ha pasado dos años enteros de su vida viajando en ascensores. este conocimiento, lejos de pasarme desapercibido, no ha hecho otra cosa más que obsesionarme en conseguir sinceramente aprovechar esos dos años de vida de la mejor forma posible, para que mi yo-vieja-a-los-65-años no sienta que acumular esta clase de datos fue en vano.
la s actividades que margot realiza felizmente en el ascensor no son realmente muy útiles, pero el hecho de recordarlas tan a rajatabla hacen que merezcan ser exteriorizadas, aunque sea por acá. cierto. lentamente toman la posta de verdaderas actividades con horario, momentos disfrutables casi. se terminan transformando en un hobbie. lindo, placentero. útil hasta ahí nomás.
en momentos descendentes, la actividad principal es la de pintarse los labios con manteca de cacao y arreglarse el pelo. en el caso de ser un horario matutino, arreglarse el pelo es casi tan importante como pensar qué ropa ponerse para ir al trabajo. esto se piensa, claro, el día anterior. para acomodarme el pelo en el ascensor, tengo necesariamente que contar con hebillas. las hebillas deben estar rigurosamente en el monedero. si no, no hay chances. si hubiere una canilla con agua, el arreglo del pelo sería muchísimo más simple. arreglarse la ropa es elemental también, cuando una baja a abrirle a las visitas.
en ascensos no hay mucho para hacer, a decir verdad. se me ocurre practicar diferentes expresiones, a fin de poder emplearlas en la vida. de esta forma no ando con vueltas y puedo premeditar los efectos de mis gestos sobre la gente. las bolsas y petates, generalmente de las compras, no suelen dejarme hacer mayores cosas. a decir verdad, sigo pensando que pierdo el tiempo cuando subo. el temita de las caras no me convence del todo, y basicamente lo único en lo que pienso es en que seve y la pipi no me hayan destruído el hogar que tan costosamente me costó construir. no, a veces no congeniamos con los chicos. a veces es un poco más difícil pensar qué hacer, qué comer, de qué una tiene ganas. a veces se me da por improvisar, cosa de no tener que andar memorizadon pasos a seguir. reglas francamente estúpidas, que para qué las invento. y llego a casa desvastada, cansada de tantareglatantodramatantasubidatantohartazgotantoagobie. y mi casa está impecable, porque los gatitos son más tiernos de lo que pensaba, y de golpe nada es tan tremendo como pensaba tampoco, y de golpe no es tanto tiempo, son nada más que dos años...