viernes, 27 de noviembre de 2015

Crispasión

y sí, qué sé yo, es rara la sensación del adiós... estos días tuve esa sensación de muerte, del fin. de ese pariente controvertido al que no definís con 3 o 4 adjetivos, y de golpe no tenés más. esa sensación de saudades y qué natural y necesario el adiós, pero el miedo de su no voz o su no imagen es abrumadora. casi hormonal.
no sé qué intento describir. me despierta Jairo, "murió Nestor" me dice. Me voy despabilando al ritmo de la tristeza de revivir la muerte paterna... ahora suena exagerado pero en el momento estaba todo tan a flor de piel... mientras volvíamos de la plaza yo pensé, juro que pensé que les iba a contar a mis hijos "mamá estuvo en la plaza el día que murió Nestor", como había tantas veces escuchado a mis viejos rememorar la locución que rezaba "ha pasado a la inmortalidad la jefa espiritual de la nación".
no me quiero meter en comparaciones difíciles... sólo necesitaba como ejercicio de respeto amoroso hacia mi propia contradicción de raíces peronistas, permitirme releer sus palabras, vomitar sincera que la voy a extrañar mucho, que es una estadista brillante, que me conmoviste mil veces con tus discursos, que nunca jamás me molestó una cadena nacional, que gracias, gracias, gracias, que también la puta que te parió, que siempre me pareciste tan fuerte y linda y te imagino oliendo rico y suave y tan firme y segura, que qué inteligente y que par de ovarios que tenéstuviste, que te quiero tanto y también te quiero matar, pero así, con amor, te lo juro, y que qué pobres tipos los que te dicen yegua o kretina, y sé que me perdí voluntariamente de quererte más, y lo elijo así, pero pobres los que juntan todo ese odio porque en realidad se lo tienen a ellos mismos y eso... Que hoy, ahora, ya, te quiero y no sé... sos muy hermosa, controvertida, pero hermosa. y te voy a extrañar mucho, mucho, tanto...

viernes, 13 de junio de 2014

nacer

ahora que estoy nuevamente embarazada, me vienen a la memoria las vivencias de cómo fue mi nacimiento como madre... 

Inesperado fue. Durante todos los meses del embarazo repitiéndome que sabía parir,  que era algo ancestral,  que estaba en mi cuerpo y la sabiduría femenina. Un embarazo divino, sin complicaciones.  Igualmente no soy de las mujeres que dicen "viviría embarazada", pero me parece una experiencia increíble y digna de ser vivida. 
Transcurrió mi embarazo hasta que cuando de estaba por cumplirse la famosa semana 40, el viernes 23 de noviembre de 2012 a las 6 de la mañana y después de una noche sin dormir porque Vera no dejaba de moverse, rompo bolsa con todo. Parecía un mar saliendo dentro mío. 6:30 empiezan las contracciones.  Con Jairo (mi compañero) nos reíamos,  escuchábamos y cantábamos  una de mis canciones favoritas, "my favourite things" cantada por la genial Julie Andrews. Hablamos con la partera de mi obstetra,  quedamos para encontrarnos a las 9 en la puerta del Hospital alemán. 

Apenas llegué,  chorreando líquido amniótico y con contracciones, me hicieron pasar cual película (enfermeros corriendo, los administrativos yendo a buscar la silla de ruedas) y no pudimos esperarla en la puerta.  Llegó 9:30 y yo con jairo en sala de pre parto haciendo mi trabajo de parto.  Apenas llega, me reta "por qué no me esperaste?". Me hace acostar y me pone una vía. Atiné a preguntarle qué era (yo habia hablado con mi obstetra porque no queria goteo), a lo que contestó muy mal un "antibiotico,  mamita, rompiste bolsa". A partir de ahí estuve acostada todo el tiempo. No sé por qué no me arranqué la via, no sé por qué no protesté. Nos sometimos por miedo y confiando, a tientas, en quienes pensábamos iban a guiarnos... 


Al rato viene una administrativa del Alemán a decirnos que no había cama para mí,  que me iban a derivar. Cuando se va, la partera me dice "cuando te diga, vas a pujar bien fuerte así dilatas rápido y ya con 7 no te van a mover de acá".  Puje mucho,  con mucho dolor, mientras ella me abría para llegar a dilatar lo suficiente. Cuando lo logré, la partera le avisa a la administrativa y llama a la obstetra y el anestesista.  En ese momento yo ni dudaba, quería la peri xq estaba con muchos dolores, ahora entiendo que es una consecuencia de estar en camilla acostada.  A las 10:30 vino la obstetra y nos pasan a sala de partos. Ya con 10 y casi sin sentir mucho, me empiezan a hacer pujar.  Vera asomaba sus pelitos pero no se encajaba en el canal sino que volvía adentro del útero cuando yo dejaba de pujar.  Así fue por casi 2 hs, en los que la partera se me tiraba encima para que Vera naciera. Lo que más recuerdo de ese momento es todo lo que sufrí. No era dolor, era sufrimiento de todo lo que venía viviendo. Llegó un momento en el que no di más. No había pasado mucho tiempo pero habia estado mucho pujando y estaba hecha pelota. Y así sin más,  y con mi pleno consentimiento por mi nivel de agotamiento, me pasaron al quirofano. A todas les pasa que se acuerdan de ese momento y se odian por no haber aguantado más tiempo? A mí sí. Creo que es de lo único que me arrepiento en mi vida. Bueno, no de lo único...

Vera nacio a las 12:05 del mediodía.  Tenia doble circular de cordón alrededor del cuello,  y esa fue la razón -además del peso, 3.610 k y que era muy cabezona - que me dio mi obstetra para justificar la cesárea. Otro recuerdo doloroso es que, apenas nació, se la llevaron del quirófano. Jairo estuvo con ella todo el tiempo, es verdad, pero yo hasta 45 min. después no pude tener en brazos a mi hija. Otra vez... me robaron la primera mirada, y yo no supe o no pude o no entendía o lo que fuera, yo no hice nada. Me quedé ahí, semi drogada por la anestesia, llorando sola por todo: lo maravilloso de lo que había vivido y la tristeza de no haberla podido parir.

Mi conclusión es que no supe respetarme, que no me respetaron y que aceleraron los tiempos naturales de mi cuerpo. Para una primeriza, empezar con contracciones a las 6.30 am. y terminar en cesárea a las 12.05...

Quince días después del nacimiento de Vera, y con varios días de fiebre encima (me decían en la guardia que era la "bajada de la leche"), vuelvo al Hospital. Se me había infectado el tejido subcutáneo.  "Celulitis" se llamaba, o algo así. Me internan, mi obstetra vuelve a operarme,  me limpian, me dejan un drenaje con el que estuve 4 o 5 dias.  En total estuve 15 dias internada porque no me hacían efecto los antibioticos vía oral, sólo los endovenosos. Internados los tres, Jairo y Vera durmiendo conmigo. No puedo creer lo que me tocó vivir en ese entonces. Lo recuerdo borroso, lloroso, difícil. 

En todo ese quilombo pude sobrellevar el darle la teta, como pude, lidiando con mis brazos llenos de moretones y vías que me impedían agarrar cómoda a mi hija. Ahora lo pienso y me da una bronca... NO PODÍA AGARRAR BIEN A MI HIJA!!! Horrible. Indescriptible sensación de impotencia, y sufrimiento. 

Luego de esos 15 días y ya con el alta, tuve que tomar 1 mes más de antibióticos. Fue todo muy traumatico, y cuando pensé que se había terminado, Vera empezó con diarrea (tenía un mes y pico de vida) y yo también,  y me prohibieron darle la teta porque le estaba pasando los antibióticos (que eran muy fuertes) por la leche.
Estuve dos o tres semanas sacándome leche y tirándola. Llorábamos porque nos teníamos que privar de eso también. Cuando pude volver a darle la teta, mi producción había bajado mucho. Vera lloraba cuando la ponía a la teta y yo lloraba porque ella me rechazaba... después de haber pasado por el relactador sin éxito, mi decisión fue aprender a darle la mamadera como si fuera la teta. De todas maneras, es una decisión que lamento y lamentare siempre. Mejor dicho, otra decisión que lamentaré. Igualmente entiendo que en ese momento no podía pensar con claridad del todo, y sólo me dejé llevar por lo que pensé que iba a ser menos traumático para mí y para Vera. No sé...

Mis primeros meses como madre fueron dolorosos, y así y todo, increíbles porque me llené de amor por Vera. Me ayudó a sanar mucho ese contacto, verla crecer... Nos enamoramos, nos necesitábamos siempre, dormíamos juntas y hasta el día de hoy tenemos una relación preciosa y amorosa. Otra sensación indescriptible, pero de las que no abarcan las palabras por lo mágicas e imposibles de dimensionar, por lo menos para mí. 

Siempre digo que el ser mamá me cacheteó desde el vamos. Que el ejercicio de maternar me sacó de un zopetón del lugar tranquilo y "Sarah Kay rosa" de la idea de maternidad (nunca he sido muy sarah kay pero es una buena manera de describir el contraste y esa piña de realidad). 

Siento que necesito reparar. Resignificar. Todavía duele no haber podido defenderla, defendernos. Duele no haberla podido parir. Duele no haberla podido alimentar. Duele la herida, duele del duelo que estoy haciendo, lento, pero ahí vamos.

Me pregunto una y mil veces cómo haré para contarle esta historia a ella sin mi sufrimiento de hembra que no pudo, de fracasada, por así decirlo. Sé que ahora me cuesta horrores, sé que hago esfuerzos. Pero todavía no sé cómo haré. Creo que mientras prevalezca esa sensación de derrota autoinfligida, no podré contar esta historia de otra manera. Y me duele pensar que puedo transmitirle esta sensación a ella, que es lo más maravilloso de todo. Cómo hacerle entender que a pesar de todo esto, fue igualmente maravilloso porque nacimos ambas en esta unión que nos entrelaza hijamadreamor para siempre?

Resignificar...

viernes, 23 de mayo de 2014

cicatrices

con Lucio en panza me vinieron a la mente miles de cosas. qué digo a la mente, mejor dicho al alma. cicatrices que no dejan de supurar, que nunca se cerraron. me cuesta poner en palabras todo esto, es tan profundo y confuso y claro, creo que se me apareció como una epifanía. el lunes después de clase de yoga, de hablar con ana la partera. de que ana me dijera "ellos no te dejaron porque vos les permitiste que te lo hicieran". mi historia de primer parto no fue de ensueño. terminó bien, pero el primer mes de vida de Vera fue tortuoso para mí. la inne-cesárea, la teta, la infección, la nueva operación, la teta. y en el medio mamábebé, tan jamón del medio, tan poco protegidas por un sistema médico que dice que te cura.
cuando me enteré que Lucio venía en camino no pensé que iba a poder sobrellevarlo. necesitaba -y necesito- mucha fortaleza para atravesar una situación que fue por demás traumática. y con tan poco tiempo la una de la otra, no estaba segura de poder. segura de poder parir.
la inconciencia del primer embarazo era hermosa. me decía a mí misma "las mujeres podemos parir, sabemos parir, voy a poder parir".
lo sensación más amarga que me quedó del parto de Vera es que no pude parirla. no pude defender mi parto, no supe, no quise aterrada.
la sensación es justamente esa: que no quise pero a la vez que me robaron el parto. que me robaron la primera mirada de mi bebé, sus primeros momentos de vida. innecesáreamente.
la cicatriz es mucho más grande que la física. es de esas cicatrices que te marcan para siempre, que de hecho no pensé que se pronunciaban tan hacia la raíz a esta altura de mi vida. es una cicatriz como las cicatrices fundantes.
pero ahora hay un nuevo bebé y una nueva oportunidad que llega cuando menos una lo espera. esas oportunidades que no podemos rechazar porque la oferta es muy tentadora aunque difícil y costosa.
esto requiere mucho más de mí de lo que puedo llegar a imaginar.
nadie me roba el parto esta vez. mamá loba que defiende a sus cachorros y al que no le guste se lo come.
es el trabajo de parto más largo de mi vida.

Poder es poder parir


sábado, 14 de septiembre de 2013

la peste

habla habla habla y yo no puedo más, extirparlo como un cáncer y sacarlo en donde un bisturí suena a chiste. invade como una hecatombe, un derrumbe, la plaga en orán. claros atardeceres de mi lejana infancia, que fluyó como el cauce de unas aguas tranquilas, sólo que ni muy lejana ni fluyendo, entorpece y aminora, corre dijo la tortuga y el flaco que canta mañana es mejor. mañana es mejor...
esta sensación de angustia que me trepana, socava, profana todos los intersticios de la media dada vuelta que soy, y la presión en el pecho, como si las sábanas fuesen kilos de madera mohosa sobre mi cuerpo, inescrupuloso se cuela por mis oídos, la radio, la televisión, el aparato todo el tiempo encendido de forma tal de no dejar ni un espacio vacío para que se cuelen los pensamientos, los sentimientos, esos que son flechas pero ni siquiera dignas de confianza, como las del laberinto que engaña y nunca llega al castillo para evitar que el bebé se transforme en duende, hay cosas que requieren mucho más que unas patéticas charlas de café, una inteligencia mediocre, la falsa sensación de que la casa está en orden.
ignatius me da asco, con su repugnante gorra y las orejeras, gordo flatulento lleno de olores de días sin mojarse la piel.
hastío, asco, hartazgo. cansancio, resignación, dolor, angustia, náuseas, asco. asco. mucho asco.
miserable..., cómo se atrevió.



esta entrada es del 2009.

viernes, 13 de septiembre de 2013

peajes

a tu peaje le dije que era margot. igual no me dejó pasar: me hizo escribir la palabra "bdjsed". me sorprendió lo de "sed"... de amor, quizá.
estoy saciada. no cansada: hay cosas que no cansan. los besos, el amor, por ejemplo. las vueltas son así. hasta el próximo viaje, quién sabe cuándo, se resiste con fuerza. perdura la sensación, el sabor. hermoso el amor que se siente y se vuelve a sentir. un poco como estar viva.
la cara de la mujer golpeada desde dentro es tremenda. es impávida. hoy me dijo: "yo estoy muy bien. en serio, estoy muy bien". igual no le creí. las frases que utiliza una madre para tranquilizarnos son aún más intranquilizantes. hubiera preferido un: "es difícil, pero creo que puedo sentirme mejor". es la sinceridad lo que me intranquiliza. la "falta de".
vino con corte de pelo nuevo. le queda lindo, sin rulos, un poco distinto. pero lindo. por suerte no hace juego con esos ojos tristes, tan tristes.
no sé si soy yo, que busco siempre la figurita difícil, que veo lo que no está; o en serio las cosas siguen tan mal, como hace 20 días. no sé...
las palabras que usó mi mamá para tranquilizarme son un cartel:"andate rápido de acá".
compré cubiertos. naranjas. hoy gisi me dijo:"pensá en naranja". lindo.
es raro el aliento desde fuera: se siente como yéndose, pero con una carga pesada.
este peaje me sale más caro...

conclusión: hay que saber cortar el collar que pesa como cemento.
o como dicen en el norte:"a tiempo".



otro post que encontré en borradores. también del 2008. 

jueves, 12 de septiembre de 2013

la vida es una película mal guionada

este es un post que nunca publiqué porque nunca terminé de escribir. viste cuando ni pensabas que te podían pasar cosas feas? bueno, pasaron. no me acordaba de la casa de mis padres así. bueno, sí así o de alguna manera, pero decididamente no conservo ningún recuerdo como éste del que hablo en el post. está escrito en el 2008. y mi papá se murió en 2009, de cáncer de colon. con esa manía de no tirar...


"en la casa de mis padres puedo, si quiero, ponerme a rastrear el primer muñeco que me trajo papá noel. todo el vestuario de las barbies, la casa de los pinipon. el souvenir de comunión de esa amiga que no ví más. hay un altillo repleto de cosas que nunca nadie se atrevió a tirar. es el único lugar legalmente destinado a ese fin, porque las demás habitaciones de la casa (que es gigante), si bien deberían tener otro destino (un destino "aparente"), no hacen más que guardar cosas inservibles, de las que nadie quiere deshacerse.
hoy descubrí que tampoco hay tachos de basura. se rompieron, los agarró el perro, se esfumaron. las cosas que pasan no son accidentes. pasan porque hay piezas subterráneas que se mueven para terminar confluyendo en el hecho, en lo que sucede, que es siempre inevitable. casi siempre. un loco no es loco porque sí. a mi papá no le salió un tumor en la oreja porque sí. no fue un capricho de la naturaleza.
no es casualidad que yo tenga guardado el chicle con el que me dí un beso con un chico. unos chocolates de recuerdo de brasil ´94. el pedazo de una cortina que tiraron unos amigos.
esas son cosas que no sé si podré dejar de hacer. son tan constitucionalmente mías, que"




miércoles, 11 de septiembre de 2013

redondez

Vera lloraba y lloraba, y a mí que a veces se me acaban las herramientas y los libros y los juguetes. es que a todo esto siempre necesito empatarlo con la intuición, o el instinto, o esa cosa que brota desde dentro y que te asegura que sí, que vas a poder porque la conocés desde que ni existía y le diste de vos y es carne de tu carne. entonces sí, así relajo y es cuestión de abrir.
y Vera lloraba y lloraba. y yo que en un principio pensé que se le iba a pasar, pero no. empeoró y se hizo prácticamente inconsolable -a mí, que soy todo para ella, supermamá octópodo que todo lo puede mujer maravilla enamorada de su hija-, y se me ocurrió bañarla. ya, rapidísimo, porque el lamento se estaba volviendo desgarrador.
y cuando la meto en la bañadera no cesa su llanto. inconsolable. inconsolable yo que se me acababa la magia. vaya una a saber por qué, me empiezo a desnudar (la ropa estaba in-reutilizable, llena de palta y zapallo y perejil y encima en el marambio de tranquilizarla no llegué a ponerle el pañal y zas, de paso me había hecho pis) y ella empieza a dejar de llorar y mirarme... extrañada. ella, que me sintió y me conoce desde dentro, a quien alimenté y amo y me ama y es ellayo como una cosa inabarcablemente inseparable, nunca me había visto desnuda. por lo menos no completamente, y no en en esta etapa, en donde desde hace unos meses, con escasos 5  meses, me había empezado a individualizar del resto. o mejor dicho, lo hacía explícito.
no es fácil estar desnuda. la panza enorme que cuesta achicar, las tetas como gigantografías de lo que fueron hace unos cuantos años... los pelos, las gorduras, la vergüenza. siempre pienso que quiero que vera no tenga verguenza de su cuerpo. qué irónico todo, no? yo tan tapada y con pretensiones. ah, no querida, así no es.
me desnudo toda. vera empieza a jugar con el agua que cae de la canilla y conmigo. ríe, se olvida de llorar. y sucumbo a esa masa enorme de amor, a esa maravilla que es mi hija y me meto en la bañadera con ella. se ríe, nos reímos, somos felices debajo del agua juntas. no le importa de mi panza, de mis tetas ni de mis gorduras. mucho menos de mis pelos, de mi nariz, de mis estrías. nada le importa. bueno, sí, algo le importa: yo le importo, y lo loco es que ella me necesita tanto como yo la necesito. es más que necesitar, es como si fuera yo, como ellayo mamabebé, así, sin separación.

cómo me perdí esta sensación indescriptiblemente amorosa por tantos meses?

nos abrazamos y besamos mientras el agua de la ducha nos bañaba, así, sin importarnos absolutamente nada más que nosotras dos. atrás quedaron el llanto y la vergüenza.