sábado, 14 de septiembre de 2013

la peste

habla habla habla y yo no puedo más, extirparlo como un cáncer y sacarlo en donde un bisturí suena a chiste. invade como una hecatombe, un derrumbe, la plaga en orán. claros atardeceres de mi lejana infancia, que fluyó como el cauce de unas aguas tranquilas, sólo que ni muy lejana ni fluyendo, entorpece y aminora, corre dijo la tortuga y el flaco que canta mañana es mejor. mañana es mejor...
esta sensación de angustia que me trepana, socava, profana todos los intersticios de la media dada vuelta que soy, y la presión en el pecho, como si las sábanas fuesen kilos de madera mohosa sobre mi cuerpo, inescrupuloso se cuela por mis oídos, la radio, la televisión, el aparato todo el tiempo encendido de forma tal de no dejar ni un espacio vacío para que se cuelen los pensamientos, los sentimientos, esos que son flechas pero ni siquiera dignas de confianza, como las del laberinto que engaña y nunca llega al castillo para evitar que el bebé se transforme en duende, hay cosas que requieren mucho más que unas patéticas charlas de café, una inteligencia mediocre, la falsa sensación de que la casa está en orden.
ignatius me da asco, con su repugnante gorra y las orejeras, gordo flatulento lleno de olores de días sin mojarse la piel.
hastío, asco, hartazgo. cansancio, resignación, dolor, angustia, náuseas, asco. asco. mucho asco.
miserable..., cómo se atrevió.



esta entrada es del 2009.

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